TEXTO ÍNTEGRO DEL VI PREGÓN TAURINO ‘CIUDAD DE BADAJOZ’

Reproducimos el VI Pregon Taurino ‘Ciudad de Badajoz’ que impartió Estefanía Zarallo Boyero el pasado 20 de junio.

Señor alcalde de la ciudad de Badajoz. Presidente del Club Taurino Extremeño de Badajoz. Directivos del Club Taurino Extremeño de Badajoz. Aficionados. Aficionadas. Amigos y amigas todos. Muy buenas tardes y muchas gracias por acompañarme en este VI Pregón Taurino ‘Ciudad de Badajoz’ que tengo el orgullo y el honor de pronunciar. Es sin duda una gran responsabilidad estar a la altura de las personas que me han precedido y no defraudarles a todos ustedes, pero confío en que sepan perdonar los nervios, la falta de aire que notarán cuando vayan pasando los minutos y el temblor de piernas que oculto tras el atril.

Estoy convencida que tal día como hoy, me dará suerte. Y es que, un 20 de junio de 2008, hace hoy cinco años, a esta misma hora, estaba en el salón de actos de la Facultad de Comunicación de Sevilla graduándome como Periodista. ¡Quién me iba a decir a mí que tan poco tiempo después iba a estar aquí, pronunciando este pregón! Aquel año, por exámenes, tan solo pude asistir a un festejo de San Juan, junto a mi madre. Recuerdo que le pregunté… ¿mamá, crees que algún día estaré ahí, en el callejón, trabajando como periodista? Y ella me dijo, con la sabiduría de las madres, que si me esforzaba seguro que lo conseguiría, que quien sabía lo que me tenía preparado el futuro. Y menos de dos años después, estaba debutando en el periodismo taurino en el Diario HOY. Mamá, tenías razón.

Siempre he dicho que lo bueno y lo mejor de la vida es que te de sorpresas, a ser posible agradables. Una sorpresa fue recibir hace unas semanas la llamada telefónica del presidente de esta entidad, Fernando Masedo, para comunicarme que tanto él como la junta directiva del Club Taurino Extremeño de Badajoz, habían decidido que fuese la persona encargada de este pregón.

Debo confesarte, Nandi, que estuve tentada de decirte que no, que no me sentía capaz. Incluso pensé en llamarte nada más aceptar para decirte que por favor buscases a otra persona. Pero no podía hacer eso, pues sería defraudar a un grupo de buenos aficionados y mejores amigos que han confiado en mí. Y que, como Antonio Girol, me tienen en tanta estima que me dedican unas palabras tan hermosas como las que ha pronunciado en la presentación, más fruto del cariño que de la objetividad. Muchas gracias, de corazón.

Permítanme que les confiese que mis dudas venían de que no me sentía capaz de pronunciar un pregón. Me he sentado muchas veces delante del ordenador estos días y habré escrito decenas de borradores que acababan en la papelera de reciclaje. Me ponía de fondo a mi admirado Joaquín Sabina y claro, escuchando quien me ha robado el mes de abril, era aún más difícil que saliese ese pregón que animase a todo el mundo a vivir con intensidad la feria de San Juan. Y es que, en un pregón, al pregonero se le presupone cierto entusiasmo, alegría y un carácter festivo del que yo carezco en general y en los últimos tiempos, en particular.

Ahora que estamos entre amigos, y que me he prometido ser sincera con todos ustedes, les digo que me he contagiado de esta ola de pesimismo que nos inunda desde que la dichosa crisis se asentó en nuestras vidas. Los jóvenes, que hasta hace poco creíamos que teníamos en nuestras manos las llaves del futuro, lo que realmente tenemos es un pasaporte con destino a “donde haya trabajo” que es donde se están marchando tantos y tantos talentos agobiados ya al comprobar cómo parece que nunca vamos a tocar ese fondo que nos haga resurgir de nuestras cenizas.

El desempleo, la precariedad laboral, el pesimismo, los recortes, el IVA… se han instalado de tal forma en nuestro día a día que ya no sabe uno si vive o sobrevive. Y, claro, la fiesta de los toros no iba a ser ajena a ello. En apenas un mes, quizás quince días, han prohibido los toros en la localidad de Sopuerta en Vizcaya. Claro que alguno de ustedes podría decirme que era de esperar, que allí gobierna Bildu y que cualquier cosa que huela a España, argumento por cierto este bastante estúpido, es apartado más por cuestiones políticas que de otra índole, como sucedió en Cataluña. Pero claro, la semana pasada nos encontramos con un nuevo caso de prohibición de los menores de siete años a las plazas de toros. Pero este caso no viene del norte, sino del sur. De Utrera, donde unos y otros han hecho la vista gorda y han dado, sin saberlo o quien sabe si conscientes de ello, el primer paso para darle la puntilla a una fiesta que, en horas bajas, observa como los carroñeros vienen hacia ella para tratar de despedazarla.

Parece que no soy la única que se ha contagiado del pesimismo imperante. El empresario de Madrid, Manuel Martínez ‘Chopera’, ha dicho hace poco que a la fiesta le queda muy poquito de vida. ¡Menudos ánimos!. Debe pensar así al ver que las plazas ya no se llenan, o al menos no con la facilidad de antaño. Por si fuese poco, el toro, uno de los pilares de la fiesta, en muchos casos no embiste, o lo hace con la transmisión y aportando la emoción de un carretón de entrenamiento. Y encima, el pobre se lleva todas las culpas… Como no se queja… De encaste Domecq o no, el toro, que debería ser el primer elemento a cuidar y a tener en cuenta en la plaza, se ha convertido en un secundario de la tauromaquia.

Y luego están las tremendas dificultades que encuentran los que empiezan en esta profesión. Es muy complicado ser novillero sin picadores, pero al debutar con los del castoreño, el número de festejos se reduce tanto que a muchos deben darle ganas a diario de tirar la toalla. No sin motivos. Les toca lanzar la moneda al aire en Madrid, por cuyos chiqueros sale un novillo con hechuras y trapío del toro que no sale en muchas plazas de primera, y tratar de estar bien para que alguien se fije en ellos y pueda echarles una mano. Cuando consiguen tomar la alternativa son conscientes del camino tan duro que inician al ver como los triunfos, las orejas y los méritos conseguidos en la plaza difícilmente tienen su recompensa. No es preciso dar nombres, a todos se nos vienen a la cabeza muchos. Sin ir más lejos en nuestra ciudad tenemos ejemplos de toreros que han pagado con sangre sus triunfos y no han visto reconocido su esfuerzo en los carteles. No, definitivamente no son buenos tiempos.

Tampoco para los periodistas, créanme. Ni para los taurinos ni para los no taurinos. Primero por la cantidad de medios de comunicación que han echado el cierre o que se están apretando el cinturón hasta casi la asfixia. Por si fuese poco, entre políticos, banqueros, empresarios y personas de poder en general, han conseguido que se nos vea siempre como a los malos de la película. La verdad siempre suele ser incómoda cuando sale a la luz, pero recuerden que es la única que nos hará libres. Parece que está mal visto decir que algo está o se hizo mal, o pronunciar cualquier tipo de crítica. En los toros, y algunos de mis compañeros que están por aquí coincidirán conmigo, las opiniones contrarias se entienden como una falta de respeto. Es complicado muchas veces trabajar y tremendamente ingrato, pero hay que tener en cuenta que nuestra razón de ser son ustedes y con una sola palabra de ánimo compensan todo lo negativo.

Francamente el panorama no es muy alentador. Ya les advertí que yo era una pesimista por naturaleza, pero también una observadora nata. Y creo haber llegado a la conclusión de que tan solo hay una cosa que puede llevarnos a recuperar la motivación: los pequeños detalles. Ya, lo sé, no he inventado la pólvora. La esperanza, la fe, el cariño y sobre todo la ilusión no se compran con dinero. Cada día intento recuperar la ilusión de la que les hablaba al principio, aquella que me hizo soñar en la plaza de toros de Badajoz con estar algún día trabajando como periodista taurina en mi ciudad. Y pienso que si llegó ese sueño, ¿por qué no iban a hacerlo los siguientes?

Recuerdo esa primera tarde de la que siempre hablo, en la que mi padre me llevó por primera vez a los toros en la plaza portátil que instalaba Joaquín Domínguez en mi pueblo, para ver a Antonio Ferrera, por aquel entonces, a principios de los 90, aún novillero sin caballos.

Esa tarde de finales de agosto, en la feria de Gévora, me acerqué por primera vez a un espectáculo que tantas veces había visto por televisión y que me hizo querer saber más sobre esta fiesta y vivirla más y más veces en la plaza de toros de Badajoz. Cuantas tardes viendo a El Juli, a Joselito, a Espartaco, a El Litri o Pedrito de Portugal. Pienso en las historias que me cuentan mis amigos para motivarme cada día y para escribir este pregón.

En las tardes en las que Antonio Girol se escapaba del colegio para ver los toros en el bar taurino de José María en Cabeza la Vaca, en las fotografías que ilustran los libros de Fernando Masedo en las que se ve a su hijo Nandi, siendo apenas un niño y ya disfrutando de la fiesta de la mano de su padre. Y en don Fernando Masedo Torres al que se le iluminan los ojos cuando habla de toros y a yo, solo con verlo, me contagio con su entusiasmo que me pone la piel de gallina.

Decenas de historias como las que me cuenta mi compañero y padrino de alternativa periodística, Juan Ángel Franco, que sabe hablar de toros sin renunciar al buen humor y siempre tiene una anécdota simpática para ilustrar cada momento. O la pasión que pone José María Ballester, siempre ávido de la mejor instantánea y aficionado que disfruta tanto o más admirando la belleza del toro en el campo bravo como viendo a sus toreros predilectos en el coso. Trato de contagiarme de su manera de ver y entender la fiesta, una fiesta que me ha hecho conocer a toreros a los que admiro, visitar ganaderías que siempre he valorado y estar en sitios y en momentos que me han hecho sentir una auténtica afortunada.

Conocer a Antonio Ferrera, aquel novillero al que vi por primera vez en la plaza y que se ha convertido con el paso de los años en una figura del toreo de la que nos sentimos orgullosos todos sus paisanos. Poder compartir una tarde de tentadero con Alejandro Talavante o acercarme, por ejemplo, a la ganadería de Victorino Martín, para intentar conocer y transmitir a través de mis reportajes la belleza que destila el noble campo bravo extremeño. Sin olvidar las entrevistas en las que he logrado acercarme a la inquietud y los sueños de los matadores y novilleros extremeños que siempre me han abierto sus puertas y me han atendido con una amabilidad que agradezco y agradeceré infinito.

La tauromaquia tiene innegables aspectos que pueden motivar hasta al más negativo. Basta con sumergirse cualquier tarde y bucear en su historia, en los toreros que han marcado época, y afrontar la crisis y el pesimismo con la misma valentía que Juan Belmonte encaró al Niño Vega en Tablada. No sé si han leído ustedes el maravilloso libro que con la vida del Pasmo de Triana escribió el periodista Chaves Nogales. Les pongo en antecedentes.

Juan Belmonte, adolescente, acudía junto a otros torerillos a hacer la luna a la dehesa Tablada, ubicada más o menos donde ahora se instala el real de la feria de Abril de Sevilla. Cruzaban el río a nado y toreaban desnudos iluminados únicamente por la luz de la luna y su instinto para entender el comportamiento de vacas y toros. Hoy en día puede parecer una travesura o gamberrada, pero en aquel momento era la única forma de poder torear que tenían los que apenas contaban con recursos económicos y tenían la ambición de ser matadores de toros.

El vigilante era Posada, de la dinastía a la que pertenecen nuestros toreros Ambel Posada y Posada de Maravillas. Había sido rejoneador pero las cosas le habían ido mal y había terminado trabajando en la finca que un día fue de su propiedad, donde hacía la vista gorda dejando a Belmonte y sus amigos torear. Sin embargo, el dueño de Tablada decidió poner orden y contrató al Niño Vega, que por lo que recuerda el diestro en sus memorias, debía ser un chulillo de poca monta pero con aires de matón.

Una noche que estaban toreando en la finca, Belmonte y sus amigos fueron sorprendidos por el Niño Vega y echaron a correr. El vigilante les llamaba a voces con aires de importante hasta que Belmonte se armó de valor, de ese que a él le sobraba, y se fue para él. “Ven acá si tienes corazón para venir, so flamenco” le gritaba el Niño Vega. “Yo voy ahí y a todas partes, ¿te enteras?. ¿Qué pasa? Guapo de lata, que no eres más que un guapo de la taberna de La Macarena”, le espetó Belmonte tirando de casta, sin más defensa que una gorra que tapaba su desnudez, siendo apenas un chiquillo. Y ahí el Niño Vega, se sorprendió, bajó el tono y con gesto conciliador les dijo que no abusasen más de los animales de la finca. Contaba el diestro que a partir de ese día, y tras plantarle cara, les respetó y tuvo consideraciones para con él y sus amigos.

Esto es tan solo una anécdota, pero creo que de la fiesta podemos extraer enseñanzas que nos permitan plantar cara a todo aquello que tememos, y encarar esas situaciones con valentía, que es la única forma de creer en nosotros mismos y superar las adversidades. La tauromaquia nos enseña a tirar de casta en situaciones complicadas y a superar los problemas. Al fin y al cabo muchos han considerado que lo que sucede en el ruedo no es más que un reflejo de la propia vida.

Hace poco leía en Cuadernos de Tauromaquia, la maravillosa revista de Álvaro Acevedo, la historia sobre las dificultades que había atravesado en su vida Manuel Benítez ‘El Cordobés’, queriendo ser torero en uno de los periodos más complejos del país, la posguerra, y pasando auténticas penurias económicas. Si él pudo triunfar, ¿por qué nosotros no vamos a lograr superar los retos que nos plantee la vida?

Y con toda esa fuerza, ese empuje y esa pasión que nos transmite la fiesta podemos encarar nuestro día a día, con valentía de torero y casta de toro bravo, retando con la mirada con la que Juan Belmonte retó al Niño Vega a todo lo que nos atormenta. Recordando siempre quienes somos y quienes fuimos, y albergando siempre en nuestros corazones un rincón para el recuerdo de tantos buenos momentos como estoy segura que todos nosotros hemos vivido alrededor de la tauromaquia.

Sin dejar de lado esa pasión que nos ayude a tirar hacia delante, les invito a que este año, recuperen la sonrisa en tiempos complejos en la inocencia del niño que un día fuimos para vivir como si fuese la primera vez la feria taurina de San Juan. Que disfrutemos de sus cuatro días de toros que arrancarán este sábado con la nobleza y belleza del toreo a caballo. La empresa de José Cutiño y Joaquín Domínguez han preparado para nosotros un cartel que componen Andy Cartagena, que conjuga la transmisión con la buena doma, la emoción que siempre imprime Diego Ventura y la novedad que supone para nosotros ver por primera vez en nuestro coso a Miguel Moura, hijo del mítico João Moura. Y todo ello con toros extremeños de uno de los ganaderos a los que puede aplicarse el calificativo de buena persona, don Luis Terrón.

Con el regusto del buen rejoneo que nos ofrecerá la terna el sábado, llegaremos a la plaza el domingo para retomar la esperanza en el futuro viendo a tres promesas que están dando, como quien dice, sus primeros pasos en esta profesión. Derrochando un buen concepto del toreo, con valor, arte y la ambición que se le presupone a todo el que comienza. Desde Llerena abrirá cartel Tomás Campos, que tuvo una meteórica carrera sin caballos y está demostrando que es una figura del toreo en ciernes. Lo mismo le sucede a los pacenses José Garrido y Posada de Maravillas, que el año pasado triunfaron y comenzaron la temporada haciéndolo en su debut en Olivenza. Van a lidiar astados de la ganadería de Jandilla que esperamos nos permitan disfrutar de una magnífica novillada.

El día del patrón es el turno de los matadores de toros… ¡y qué matadores de toros! Nada más y nada menos que nuestro paisano Antonio Ferrera en la temporada en que, con la madurez y el poso que dan los años, está regalando a la afición de todo el país auténticas lecciones de temple y tauromaquia. Y quien le sigue en el cartel no se queda atrás. ¡Qué bien torea ‘El Juli’ y cuanto le queda aún por decir y por hacer! Además este año cumple 15 años de alternativa y seguro que en una plaza como la de Badajoz, que siente suya, verterá las más puras esencias de su arte. El mismo que destila José María Manzanares, que cierra esa tarde engalanando con la torería sevillana y la belleza de cada uno de sus lances y pases. Van a lidiar toros de ‘Garcigrande’, esa ganadería que para bien nos sorprendió la campaña pasada la tarde de José Tomás.

La feria es corta pero intensa y culminará el martes 25, con Morante de la Puebla. ¡¡Ains… si fuese la tarde!! Que se repita lo acontecido en 2010 en el coso de Pardaleras es el sueño de muchos. Yo creo que este año va a ser mejor aún. Porque ya toca, y porque los pacenses nos merecemos una faena en la que el torero de la Puebla del Río esté cumbre. Bueno, no solo él, sino también nuestros paisanos Miguel Ángel Perera, puro valor y temple en el ruedo, y Alejandro Talavante que siempre se inspira de manera especial en la plaza de Badajoz, que es también la suya. Ellos serán los encargados de verse las caras con los seis de Núñez del Cuvillo.

No quiero extenderme más, pero no quiero despedirme sin darle las gracias de todo corazón al Club Taurino Extremeño de Badajoz por la labor de difusión que hacen de la fiesta y por confiar en mí para este pregón que espero que haya sido de su agrado. Mil gracias a todos ustedes por su asistencia y permítanme que mis últimas palabras sean de profundo y eterno agradecimiento para las personas más importantes de mi vida, mis padres, a quien les debo todo lo que soy, y todos los esfuerzos y sacrificios que han hecho para que yo hoy esté aquí pronunciado este pregón. Y a mis amigos, que sin saberlo me aportan tanto cada día. Y gracias especialmente a ti.

La feria de San Juan de Badajoz huele a tardes de triunfo, de puerta grande, de éxito y de emoción. Quien sabe si entre los muros de nuestra plaza de toros encontremos la motivación para seguir soñando en grana y oro durante 365 días más. Yo la voy a buscar, disfrutando de mi profesión y cumpliendo mi sueño. Ojalá, por San Juan, se cumplan todos los suyos.

Muchas gracias.

VI PREGÓN TAURINO ‘CIUDAD DE BADAJOZ’ A CARGO DE ESTEFANÍA ZARALLO

Estefanía Zarallo ha visto su nombre inscrito en la historia de esta institución al ser la primera mujer en pregonar la feria taurina de Badajoz desde que se instauró el Pregón ‘Ciudad de Badajoz’.

Presentada por Antonio Girol, la joven periodista impartió una lección de compromiso con la fiesta y de valentía al defender la fiesta de toros y su profesión en un pregón cargado de emoción.

Al finalizar el acto, el alcalde de Badajoz le hizo entrega de un recuerdo que quiso compartir con todos los presentes y muy especialmente con los directivos de este Club Taurino.

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